Venezuela cierra en 2024 fuera de puestos de clasificación directa al Mundial 2026 y a un punto del puesto de repechaje, que ocupa Bolivia. En 2023 acabó cuarto. El choque es evidente y los números son terribles: el equipo dirigido por Fernando Batista lleva 8 partidos sin conocer la victoria y ha recibido 10 goles de rivales directos: Bolivia (4), Chile (4) y Paraguay (2).
El cuerpo técnico, con Batista al frente, cumplió un mensaje de calma ante la incertidumbre. Es normal cuando el barco presenta algunos agujeros y el agua empieza a mojar los pies. Con frases como “Chile no fue superior”, “realmente espero poder corregir” y “hay que prepararse para el año que viene”, el técnico no quiso ahondar en el declive individual y colectivo del grupo. Pero es obvio que algo no va bien en la Selección.
Desde fuera no es fácil entender por qué los jugadores que son indispensables en sus clubes su rendimiento cae mucho frente a rivales directos. Es cierto que a Brasil y Colombia les pasó algo parecido, sin embargo, son equipos que generan tantas opciones de gol que pueden darse el lujo de “perder” a Vinicius Jr. o Luis Díaz en el campo mientras otros resuelven. Además, es obvio que Venezuela no compite en esta “liga”.
Las cuentas de Venezuela fueron muy claras antes de iniciar la eliminatoria: eEl primer objetivo fue el 7º puesto, lo que da opción a un repechaje. Para ello, era clave diferenciarse de los rivales directos dentro y fuera del país. Concretamente en Bolivia, Perú, Chile y Paraguay. Todavía quedan partidos en casa contra los dos primeros, lo que debería mejorar el marcador. Contra los dos últimos no se pudo hacer tal diferencia.
En cualquier caso, la cuestión de los puntos a disputar (18 o 6 partidos) queda primero en un segundo plano. Las irregularidades del juego venezolano.. Y Batista rara vez habla de ello en ruedas de prensa o antes de los partidos. En la práctica, ya sea porque el entrenador no encuentra la fórmula, o porque los propios jugadores no pueden adaptarse a los diferentes ritmos que requiere el juego, Es difícil visualizar a Venezuela logrando ese séptimo lugar sin pasar por muchas dificultades.
En el partido contra Chile, la Vinotinto parecía querer intercambiar tiros sin pausa. La consecuencia fue que en algún momento, Los jugadores corrían como pollos sin cabeza.sin pausa. El ritmo en el fútbol se define por la velocidad para atacar y defender, teniendo en cuenta el talento que tienes. Como bien se lee en el blog del periodista Alonso Monroy: “El ritmo se adapta al estilo de juego de un equipo, y el estilo marca la diferencia en el fútbol”. Pep Guardiola en un intercambio de ideas con Rio Ferdinand lo explica simplemente:
En cierto momento, Chile, ya con el tercer gol, sSabía manejar el balón sin exponerse. Y estamos hablando de un equipo que sigue dependiendo de jugadores con procesos muy antiguos como Arturo Vidal (37 años) y Eduardo Vargas (35 años) para competir. Que Venezuela no pudiera hacer lo mismo, luego de lograr un importante relevo generacional y luego estar dos veces en el marcador, explica el resultado final.
“No pudimos soportarlo. Estuvimos dos veces arriba en el marcador. El enojo es no tener esa tranquilidad cuando el rival empezó a desesperarse porque estaba perdiendo”, dijo Batista luego del 4-2 en tierras australes. La pregunta es, ¿por qué? Atribuirle la culpa a Tomás Rincón o a la caída de Jon Aramburu no sólo es injusto, es tapar ojos y oídos.. Hay partidos que acaban en gol que empieza con el marcaje desenfadado de Yeferson Soteldo, por ejemplo. La responsabilidad de atacar y defender es colectiva, nunca individual.
Sin embargo, partido a partido, voces contra un cambio de jugador. No es un detalle menor de los que han estado en mejor forma, como Yangel Herrera (Girona); en racha goleadora (Salomón Rondón) o líderes en asistencias en Brasil (Jefferson Savarino), fueron señalados por la afición y la prensa especializada por la imposibilidad de trasladar eso a la Selección. Cuando sólo quedan 6 partidos, es utópico creer que esto vaya a cambiar.
Batista fue elogiado por haber logrado resultados con sólo tres meses en el cargo, tras el susto de José Néstor Pékerman. Sin embargo, ya suma 23 partidos, entre eliminatorias, amistosos y Copa América. Hay que reconocer un estilo, una manera de encontrar los puntos. Te guste o no. Hoy no lo hay. Al menos yo no lo noté. Por eso los nombres criticados y los resultados son tan diferentes partido tras partido.
Venezuela puede pasar de lo sublime (golear a Brasil y Argentina) a lo ridículo (golear a Bolivia y Chile) porque algo falla entre el plan y la ejecución. Él así como no está claro. Lo característico en este proceso fue darle el balón al rival. Después de eso, se busca a los atacantes (o centrocampistas). Es una estrategia digna para un técnico recién llegado. Este ya no es el caso de Batista. Incluso contra Chile, La promesa de “buscar” el resultado, dada la posesión (casi el 62% para el equipo local), no se cumple. ¿Se puede respetar lo que no se practica?
¿Puede Venezuela cambiar de rumbo? Se descarta la salida de Batista. Todos los equipos menores cuentan con su supervisión, el equipo de trabajo y los técnicos de su agrado. Despedirlo desmantelaría todo este proyecto, que tiene un compromiso inmediato en enero: el Sudamericano Sub-20. Además, la Federación Venezolana de Fútbol tendría que pagar una importante cantidad de dinero en concepto de indemnización. Esto no es baladí si recordamos que Jorge Giménez, presidente de la FVF, tuvo que hacerse cargo de las deudas con el proceso de José Peseiro y solucionarlo con el difícil equipo de abogados de Pékerman y su querido representante, Pascual Lezcano.
Diagnosticar qué le pasa a la Vinotinto es lo más fácil, porque es obvio. Lo complejo es encontrar una solución. Para ello contrataron a Batista y su equipo de trabajo. Pero al final, El fútbol es de los jugadores. Si no hay redireccionamiento desde el timón, les tocará a ellos dar un paso al frente y solucionar lo que el capitán no puede. La otra cosa es seguir tocando mientras el agua lava los violines, como en el Titanic.