Situado en la península de Macano, el icónico Estadio Robaldal se está deteriorando a un ritmo alarmante. El paso del tiempo, el clima errático del océano y, lamentablemente, las manos de vándalos dejan su huella en este patio de recreo que ha jugado innumerables días en campos de béisbol y otros.
El muro perimetral, que alguna vez fue un símbolo de protección y disuasión, ahora está oxidado y en ruinas. Los bloques desgastados por el Salitre y con el paso de los años representan un peligro oculto para los cientos de niños que acuden a este lugar para realizar entrenamiento deportivo.
Asimismo, la falta de mantenimiento y medidas de seguridad hacen del campo de juego un lugar vulnerable, poniendo en riesgo la integridad física de los jóvenes deportistas.
Estadio Robaltal es víctima de ladrones
La situación se ve agravada aún más por el robo sistemático de materiales y equipos. Las láminas del techo del stand se vuelven mágicas y vigilan al público. Se han robado pozos y todos los objetos metálicos de valor, dejando el estadio despojado de sus elementos más básicos. La oscuridad de la noche se ha convertido en el aliado perfecto de los amigos ajenos que se aprovechan de su falta de vigilancia.
Por si fuera poco, las torres de las farolas llevan años fuera de servicio, lo que restringe gravemente las actividades deportivas. La falta de luz artificial hace que los deportistas cambien sus horarios de entrenamiento a horas de sol, limitando sus posibilidades de entrenamiento.
Es urgente que el Gobierno y la organización deportiva autonómica tomen cartas en el asunto y destinen los recursos necesarios para rehabilitar el estadio de Robaldal. El parque infantil no es sólo un lugar de recreación y ocio para la comunidad, sino también un símbolo de identidad y orgullo para los residentes de la península de Makano.