Una decisión de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ordenó “suspender todos los efectos” de las primarias opositoras celebradas el 22 de octubre. La medida resulta en desconocimiento En realidad del mismo, por el gobierno con el que está plenamente alineado el máximo tribunal del país.
Es sorprendente que, aunque la elite gobernante podría haber impedido las primarias desde el principio, permitieron que sucediera y ahora están atacando el resultado. Probablemente la participación de más de dos millones de electores, superior a la esperada, generó preocupación en Miraflores.
En cualquier caso, la medida puede interpretarse como una confirmación de que la élite no permitirá la candidatura presidencial de María Corina Machado, líder del partido Vente Venezuela que ganó las primarias con más del 90% de los votos.
El balón del lado contrario.
En realidad, el escenario más probable siempre fue que el chavismo se negara a tolerar la candidatura de un líder opositor antisistema con altas probabilidades de recibir más votos que cualquier otro. Éste es, según las encuestas, el caso de Machado.
Por lo que la sentencia del TSJ no representa una gran noticia. En cualquier caso, lo que hace es apresurar el momento en que la oposición tendrá que decidir cómo afrontar el veto al ganador de las primarias, que ha sido descalificado por la Contraloría General de la República.
La situación pondrá a prueba la unidad de la dirección opositora, ya que probablemente los factores más moderados preferirán descartar la candidatura de Machado e inclinarse por un sustituto autorizado. Eso, mientras otros insistirán en que el jefe de Vente Venezuela sea el candidato y protestarán exigiendo su autorización.
Muchas expectativas están puestas en el propio Machado. Probablemente más que cualquier otro político de la oposición, dada la cantidad de votos que recibió. El progreso de su caso depende de que usted tome alguna iniciativa para al menos intentar revocar su descalificación.
La advertencia de Estados Unidos
No se puede omitir que estos hechos ocurren cuando el acuerdo alcanzado en Barbados entre el chavismo y la oposición, y también otro, tácito, entre Caracas y Washington, está apenas en sus inicios. En este sentido, la reacción adversa de la élite gobernante al resultado de las primarias podría comprometer la validez del pacto.
El jefe de la delegación opositora, Gerardo Blyde, ya lo había advertido la semana pasada, cuando señaló que las primarias eran un proceso amparado en el acuerdo de Barbados, por lo que juzgarlas sería una violación.
Además, el Gobierno estadounidense ha afirmado que si no ve cambios encaminados a poner fin a las inhabilitaciones antes de finales de noviembre, podría cancelar la flexibilización de sanciones que ordenó como estímulo al diálogo. De hecho, horas después de la sentencia del TSJ, las autoridades del país norteamericano dijeron que “tomarán medidas” si el gobierno de Maduro no adhiere al acuerdo.
Pero, por supuesto, que Washington mantenga efectivamente la presión sobre Miraflores dependerá de si sigue interesado en apoyar a la oposición venezolana. Su motivación podría ser otra: el petróleo de bajo coste.