Cuando analizamos un partido de fútbol, tanto de la selección como de las selecciones locales, el problema de la concentración para que el lector no se aburra se lleva el 90% de la energía narrativa. La razón es sencilla: Parece que estamos hablando del mismo juego de hace años o décadas. Vuelve a lo mismo: la calidad individual respecto al competidor o la dinámica, incluyendo la intensidad, la decisión y el tiempo etc. que maneja el consumo de fútbol.
El mismo día que Táchira se fue sin disparar entre los tres palos del arco que defendió Franco Armani, ante su ferviente afición en Pueblo Nuevo, Millonarios empató a Flamengo con un jugador menos en Bogotá y The Strongest dio la campanada al vencer 2-0 a Gremio en La Paz. La diferencia de presupuesto entre los clubes mencionados y el representante venezolano es comprensible, pero creo que la idea es clara: hay una cierta ventaja que te da el campo de casa, sobre todo en Sudamérica. Incluso el propio visitante lo acepta.
El técnico de River, Martín Demichelis, se mostró contento con el 0-0. Al menos no cometió ningún error. Los comentaristas argentinos no podían dejar de preguntarse por qué el ex central no hacía cambios. El más claro, para lo que pedía el partido, fue el del joven Claudio Echeverri. Bastó que el joven de 18 años entrara al campo para que el partido se desarrollara y el plan de Eduardo Saragó se fuera al carajo.
Incluso con el 0-1, el juego del Táchira no cambió. Estamos hablando del club con más partidos invicto (34) en el fútbol criollo – marca recién superada el 8 de marzo por la Academia Puerto Cabello – se acercó peligrosamente al área rival sólo en el tiempo añadido. El partido ni siquiera entra en las estadísticas porque fue un gol en posición de fuera de juego.
Las estadísticas no lo dicen todo, es verdad. Sin embargo, en el partido contra River lo dijeron todo. A la falta de actividad en el área rival se suma la incapacidad de asociarse de manera efectiva. El periodista Esteban Rojas señaló que según SofaScore, Aurinegro dio 166 pases correctos en 255 intentos (65% de eficiencia). Los pases largos exitosos son sólo 9 de 34 (26% de eficiencia). Las prisas, la falta de ideas y obviamente, las malas decisiones de los jugadores, no se corresponden con las de un equipo digno de competición internacional.
A continuación tenemos un problema de términos. Si defiendes “bien”, como se argumentó en este partido antes del 0-1, no conseguirás tantos tiros. Es decir, No es el marcador a cero lo que define el desempeño de la defensa, pero precisamente la imposibilidad de opciones de generación rival en el área o en segunda jugada. Esa llamada “desgracia” que derivó en el gol de Sebastián Boselli (m.71) es resultado del cambio de ritmo que generó el ingreso de Echeverri. Y el hecho de que sea un atacante tachirense (Anthony Uribe) quien intenta el descubrimiento desesperado y golpea a Boselli a centímetros del arco, aclara aún más este asedio del rival.
Si se dice que la defensa empieza con un delantero y termina con el portero, entonces se pierde el argumento de que el Táchira defendió bien. El segundo gol, desde unos 35 metros, es producto tanto de la chispa del jugador argentino, en este caso Nicolás Fonseca, como de la desatención de Alejandro Araque. ¿Por qué pasó esto? Yerson Chacón, uno de los jugadores más destacados del torneo local pero que no estuvo en su mejor día, tiene su versión:
Richard Páez, el técnico que hizo historia con la Vinotinto, también tiene su desventaja en contextos de desventaja:
La pregunta es si cuando se lograron los resultados históricos, tanto a nivel de clubes (el Caracas FC de Noel Sanvicente, por ejemplo) como a nivel de selecciones (Páez y Vinotinto), ¿era realmente competitiva la liga venezolana? Es probable que antes los equipos criollos tuvieran mejores importaciones. Sin embargo, ahora hay más campos en los que formarse, psicólogos, estadística, software y ciertas consideraciones que antes no existían.
No se requiere que un equipo venezolano gane la Copa Libertadores o Sudamericana, algo que, salvo excepciones como Independiente del Valle, quedó a repartir entre brasileños y argentinos. Pero el hecho de que no se pueda mostrar cierta competitividad en 90 minutos, independientemente del rival, debe llevar a la reflexión de todos los que participan en el fútbol, sobre todo en estos momentos que la aparente bonanza de la Vinotinto mayor cubre el bosque.