Ser fotoperiodista es difícil porque el equipo gráfico puede costar más de 5.000 dólares.
Valencia. Los fotoperiodistas parecen casi extintos, al menos en Karabopo. “La industria está muerta”, dice Héctor Bencomo Vivió la última gran era del fotoperiodismo en Karabobo en los años noventa.
Un poco menos pesimistas son personas como Juan Carlos Hernández, presidente del Círculo de Reporteros Gráficos de Carabobo y reportero de agencias como Associated Press y Voz Venezolana. “Está casi extinto”, dice. Según él, debería haber una manera de revisar el método de trabajo e informar periódicamente.
Él Círculo de reporteros gráficos En Karabopo hay unas 200 personas, pero en realidad sólo 30 están activas. La mayoría de ellos trabajan en el sector público o en empresas privadas. Un pequeño número está en los medios.
Según Bencomo, la llegada de Chávez marcó el inicio del declive:
Y disminuirá aún más, porque hay muchas redes sociales que actúan como medios de comunicación en Karabobo.
Hernández piensa diferente. Estas redes Revisar el sistema de informes. Y, detrás de ellos, muchos fotoperiodistas trabajan de forma independiente.
El horror de las cámaras
La agitación contra la industria fue evidente en 2015 y en 2017 parecía una sentencia de muerte. Bencomo trabajó Últimas noticiasEn 2017 había más de 100 periodistas y fotoperiodistas, pero ese número se ha reducido a 25.
Entre 2017 y 2018, carbofenol Cerró su departamento de fotografía, que sobrevivió con sólo dos fotoperiodistas veteranos, que se marcharon en el momento adecuado, según una fuente del medio.
A través de esto, el Medios regionales como Nota, ACN, Calle Y Karabobo es noticia Se cubren de tres formas: fotografías de referencia tomadas de Internet, fotografías del departamento de prensa de la empresa en cuestión o fotografías tomadas por periodistas con sus teléfonos móviles.
Ahora los medios se centran exclusivamente en los teléfonos móviles. Esto molesta a Bencomo:
Sin importar el grado hacen una red de recién graduados, hacen videos, escriben, salen a la calle y toman fotos.
Sin duda, esto se hace para ahorrarle dinero a Hernández: “Lo vemos incluso en la sala de redacción. Los medios no envían a nadie a un evento, sino que la prensa espera noticias. Esto le limita a informar lo que el remitente quiere que diga. Lo mismo ocurre con la fotografía. El misterio se ha ido”.
Un gremio para la “élite”.
Según Bencomo, también se han perdido puestos de aprendizaje. Según él, la Universidad Arturo Michelena imparte cursos de fotografía y fotoperiodismo de manera mediocre.
Su crítica se basa en que las clases se imparten durante un máximo de dos horas, una vez por semana, en un semestre de cuatro meses, como él mismo ha impartido estas clases en el pasado.
Luis Felipe Hernández, Promoción 2015 de esta universidad, es periodista y fotoperiodista. Sin embargo, en 2024 un medio finalmente le abrió sus puertas, pero sólo para cooperar. eso fue todo Al Jazeera.
Antes tuve que escribir y conformarme con querer siempre hacer una foto. Hace dos años empezó a estudiar en profundidad el oficio: “Retratar la realidad de las calles fue mi manera de entrenar mi ojo y dejar un registro de la vida cotidiana y la estética donde no lo había”.
Encontrar un puesto como fotoperiodista es una odisea. Luis Felipe ve esto como un reflejo de una industria en decadencia y moribunda. Por eso creó su sitio web para no dejar de hacer lo que realmente ama, aunque añora el valor de un medio y su proyecto.
Bencomo sabe que para alcanzar un puesto en un medio se necesitan conexiones, talento y suerte. “Una vez que estás dentro, no hay forma de sacarte”.
Sin embargo, incorporarse al servicio implicó someterse a grandes cargas de trabajo y recibir bajos salarios, algo que Pencomo experimentó: “Nunca le dieron el valor que necesitaba”.
Por ello, este fotoperiodista ataca al círculo de reporteros gráficos del Colegio Nacional de Periodistas, División y Región de Karabobo: “Son mediocres porque no pueden establecer una escala salarial razonable y mucho menos presionar para cumplirla”.
Sin seguro, sin garantía
Con esta crisis, los medios de comunicación se ven obligados al menos a trabajar. Pengomo recuerda que un periodista va a trabajar con su celular, generalmente a bajo precio, el producto es muy pobre porque no aprenden con el ojo y los medios no se preocupan por educarte.
Además, La fotografía es un negocio caro. Entre cámaras, lentes, flashes y trípodes se pueden invertir alrededor de $5000, que es más del 90% del presupuesto de Venezuela.
A este precio hay que sumarle que desde 2010 los medios de comunicación dejaron de asegurar el equipamiento de sus fotoperiodistas: “Entonces, si a mi equipo le pasa algo en un proyecto, los medios se lavan las manos”.
Sin todos estos elementos, los grandes perdedores son los medios de comunicación, pero también el consumidor: “Una buena fotografía tiene la capacidad de decirlo todo y dar credibilidad a lo que escribes”.
Héctor Bencomo hace siete años que no trabaja en su profesión: “Ya estoy viejo, tengo una responsabilidad con mi hija, no como antes. Estaba mirando detrás de mis hombros para ver si tenía a alguien detrás de mí”. “No estaba preparado para eso, por eso me deportaron”.