Al menos 1.000 adultos han encontrado una nueva oportunidad de ganarse la vida en el reciclaje de Reusamas.
Valencia. Reusamas es como un llamado a la acción, así define Luis Cornejo, biólogo y ecologista urbano de Carabópe, su proyecto Reusamas, que creó esta fundación con el objetivo de reutilizar todo lo que contamina, especialmente el plástico y el vidrio.
Cornejo explica que Reusamas nació en 2010 en la vereda del Parque Fernando Benalvar. Durante ese tiempo, trabajó con estudiantes universitarios a través del servicio comunitario. Fue allí donde desarrolló las primeras herramientas para cortar y comercializar botellas de vidrio.
El programa busca brindar herramientas a jóvenes y adultos que deseen dedicarse al reciclaje y descubrir una oportunidad de sustento e independencia económica.
En 2013 firmaron un convenio con la Cámara de Empresarios de Karabobo, que les permitió crear la primera red de co-artesanos para personas mayores.
Son personas que están fuera del mercado y han encontrado la forma de ganar dinero ocupando su tiempo en este trabajo artesanal.
Basura para algunos, tesoro para algunos
Cornejo explica que entrenó a un hombre para hacer vidrio y que 10 años después seguía trabajando en él y lo vendió a empresas como Venezolana de Pinturas.
Pero Cornejo no tenía intención de hacer vidrio. Lo que mueve a este biólogo es el proceso de formación. Eso marcó su etapa en el parque, y luego se trasladó a la guardería Casa Don Bosco, donde dice que nació oficialmente Reumas.
Allí permaneció siete años, sin embargo, Reumas se mudó a un galpón que servía de almacén a la Casa Don Bosco, a pocos metros de la guardería. Les tomó casi dos años convertirlo en lo que es hoy, lleno de materiales reciclados como bolsas, escobas, lámparas, vasos y productos de bambú.
Todos los meses tienen que recaudar $600 para cubrir los costos del lugar, pero siempre ganan. De hecho, muchos colegios privados de Valencia pagan para participar y aprender en el Día del Reciclaje. También existe un sistema de pago para jóvenes en situaciones difíciles.
“Al principio no lo saben, pero el trabajo también es una forma de dinero. Necesitan saber que todo lo que hacen cuesta algo. Les enseña que nada en la vida es gratis y crea un sentido de pertenencia.
Empieza a reciclar
En los últimos 10 años, Cornejo informa que han enseñado al menos a 1.000 adultos, mientras que 120 en el caso de los niños son de Casa Don Bosco. De hecho, uno de sus alumnos llevó la idea a Columbia y comenzó a enseñársela a otros.
Porque el egoísmo no es bueno, el conocimiento fluye y me interesa que los niños entiendan eso. También construye liderazgo en ti.
Hacer anteojos y venderlos en sus comunidades fue la oportunidad de Cornejo para encontrar la forma de pagar sus estudios. “Sueño con niños que dicen que pagaron la universidad”.
Y el marketing es importante. La Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa y Artesanos de Carabobo, la Cámara de Cornejo, utiliza sus conexiones para crear redes y cómo vender a los jóvenes, valorando su trabajo, considerando el material utilizado, el esfuerzo y el trabajo como resultado.
Algunas personas creen que estos vasos o luces son chatarra y por eso deberían costar menos, pero cuando tus ingredientes se envasan y no los tienes, puedes pagar para conseguirlos, así que sí, vale la pena. Él”.
Un vaso de cerveza se vende a $5 y un vaso de agua a $3. Este proceso se realiza con equipos básicos pero eficientes. La filosofía de Cornejo es no volverse adicto a las máquinas caras. De hecho, trabajan con simples cortadores de vidrio y unos pedazos de tostiarepa para calentar el material.
Juventud en ACCION
Dentro de Reusamas, existen proyectos cofinanciados por la UE como Jóvenes Emprendedores, apoyado por Tierra Viva y Red Soc.
Michael García, de 23 años, y sus acompañantes, de 21 y 18, se encuentran entre los beneficiarios. García dice que se dividen en varios grupos y comienzan con cuatro clases donde aprenden a reciclar materiales y qué es el ecoturismo.
El equipo de García se enfoca en el vidrio y su escritorio tiene algunos equipos básicos, pero se usa para cortar vidrio. A Michael le atrajo la idea de innovar transformando un artículo que de otro modo estaría en la calle y se consideraría basura. Pero tal taller dura unos seis meses. Los tres acuerdan pasar por el taller con una pasantía de un año.
García vive en Casas Rurales Bárbula en Naguanagua, donde muestra lo que ha hecho, ofreciendo sus productos a la comunidad. Él y sus compañeros de equipo están emocionados de comenzar a hacer señas de ácido.
En las clases, primero aprenden a cortar vidrio, luego a lijar y luego a construir una máquina para cortar vidrio.
En su análisis, se indignó al enterarse de que había pocas o ninguna empresa dedicada a refundir vidrio para hacer cosas buenas. “Somos la base para un futuro mejor y más respetuoso con el medio ambiente”.
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