María Gabriela Mijares Chirinos reconoce el punto exacto de un sabor “por ciento ojo”. En ese momento mágico en el que tu paladar se lava con un guiso o tocas los espejos del azúcar cristal de un postre criollo, el prodigio amante del sabor explota y ahí ocurre la magia.
Su vocación es la de miles de mujeres venezolanas que, desde el fondo de la casa, es decir la cocina, han construido una epopeya silenciosa y singular: alimentar a la familia, que en estos años de bloqueo económico y sanciones, ha representado una tarea extraordinariamente heroica.
Esta es una de las tareas, la otra la enuncia magistralmente el cronista José Roberto Duque en un texto reciente, donde explica el significado del conocimiento más allá del hecho material de la producción de yuca, a propósito de su declaración de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. : “Te comes una tarta de casabe y ya no es una tarta de casabe”. Prendiste fuego a un almacén de yuca y la yuca que había en el almacén fue destruida. Entonces la dimensión material de ese objeto circular hecho con yuca y vela es bastante frágil y efímera. Pero está la información cerebral, corporal y colectiva que habita en los cuerpos de miles de personas en forma de conocimientos y habilidades manuales, y que se traduce en cultura (junto con las prácticas sociales, etc.): eso es lo que forma parte del casabe. . de la “configuración” más íntima de los pueblos del oriente venezolano, y además la hace indestructible”.
Ella lo sabe y lo celebra con acción. Además de su llamativa presencia pública con un colorido y empinado turbante, un delantal naranja y enormes vasos de alambre, trabaja -junto a José Roberto- en la conmovedora causa de la gastronomía como hecho cultural. “No se trata de medidas exactas, ingredientes invariables o porciones hermosas. Es la acumulación y el compartir del conocimiento ancestral de nuestras madres y abuelas encargadas de los calderos, el algodón y la casa.
En la calle 14 de Los Jardines de El Valle aprendió los primeros rudimentos del sabor de su madre, prestándose atención cuando ésta elaboraba dulces criollos para vender y ayudar al sustento de la casa.
Nacida hace 54 años en Caracas, rápidamente aprendió a degustar los golfeados, quesadillas, cachapas, dulce de lechesa, delicada guayaba, melcocha y todo lo que la matriarca le legó a ella y a sus hermanos en el arte de la cocina y los dulces.
Además de iniciarse como “chef” en piezas, hoy lidera la Red de Cultivadores Gastronómicos Manos Dulces, con sede en el municipio de Zamora del estado Miranda y tentáculos en la Casa Cultural Aquiles Nazoa, donde engalanan la feria artesanal de el fin de semana tabernas llenas de sabores dulces y salados, pero también su manifestación en innumerables encuentros gastronómicos donde el acento lo trae el legado histórico que da sentido a la venezolana.
María Gabriela es una presencia fija y exótica en los encuentros culturales de la Gran Caracas, hace radio, incursiona en la televisión como su reciente aparición en el reality Estrellas de la cocina de Televén, revela los “misterios” gastronómicos a través de sus redes sociales. redes. (su cuenta de Instagram es @mariagabrielamijareschirinos) y se posiciona sobre el enorme aporte que ha logrado el proceso de autorreconocimiento identitario gracias a la patrimonialización del casabe y eventualmente de la arepa y hallaca.
“Estamos viviendo un momento muy importante. La hallaca es Venezuela envuelta en hojas de plátano, y cada familia refleja en su multisápida cuáles han sido sus cariños y recuerdos. Hacer una hallaca es una forma de agradecer por esa herencia transformada en receta” .