La vida en el mar es una aventura, nada es seguro, todo es incierto, así lo describen los pescadores de Tubors, rezando por un año próspero, buen trabajo, recuperación de las inversiones y liquidación de las deudas. Está previsto que esto finalice en 2024.
El marinero Alfredo González de El Oasis en El Guamachi comenta que la pesca de sardina y pepidona no ha sido tan productiva este año. Lo que sacaron no fue suficiente para cubrir los costos de alimentos y combustible.
“Muchos de nosotros estamos endeudados porque nuestros ingresos procedentes de la pesca ya no son los que solían ser. “Ahora las empresas tienen dificultades para pagar incluso el producto que venden, y pueden pasar meses antes de ver el dinero”, afirma.
Sin equipo de pesca
Por otro lado, Luis Salazar, pescador de Punta de Piedras, dice que su situación ha empeorado este año. Al quedarse sin barco propio, lo vendió porque no tenía suficiente para repararlo y se estropeó por falta de suministros.
“Terminé pescando en un barco prestado, dependiendo de otras personas para hacer lo que yo sabía, pescar”, pero no salió bien.
Explica que hay muchos factores que han contribuido a la disminución de la pesca, incluido el cambio climático.
Tienen que salir a trabajar tan pronto como haya combustible disponible. Han pasado años desde que los pescadores limitaron la cantidad de gasolina y diésel que necesitaban para trabajar, impidiendo largos viajes a través del mar.
Por su parte, Ismail Marvel, otro navegante de Punta de Piedras, dice que a pesar de representar uno de los motores que mueven la economía del estado Nueva Esparta, la pesca es uno de los sectores que ha estado significativamente descuidado en los últimos tiempos.
“Esperemos que el año que viene las cosas cambien a favor de los pescadores y el gobierno comprenda que el suministro de combustible debe ser estable”, afirma.
¿Cómo cubren los gastos sanitarios los pescadores de Tubores?
Los pescadores tobore experimentan las mismas limitaciones que otras personas para acceder a servicios médicos de calidad. En caso de enfermedad recurren a los hospitales Armando Mata Sánchez de Punta de Piedras o al hospital Luis Ortega de Borlamar, donde los marineros corren el riesgo de comprometer su salud por “lo sucio que están los lugares”. Se explican ellos mismos.
Para muchos, el dinero que ganan no cubrirá el tratamiento a largo plazo. En casos extremos, dependen de solicitar ayuda a agencias gubernamentales y pedir prestado a familiares y amigos que son un poco más accesibles.