Para exponer el impacto de la minería ilegal de oro en la Amazonía y sus consecuencias “catastróficas”, la ONG venezolana SOS Orinoco elaboró un informe junto con cinco organizaciones con sede en países amazónicos (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú). Derechos Humanos y Biodiversidad.
Uno de los temas que aborda el documento es el uso del mercurio, desde cómo destruye los ecosistemas hasta sus efectos en la salud. Aunque Venezuela no es productor del metal, todo lo que se utiliza proviene de México, España, Alemania, Italia, Argentina, Colombia, Países Bajos y Estados Unidos, a pesar de que su uso está legalmente prohibido.
Entre 2013 y 2017, solo Colombia exportó más de 76 toneladas a Venezuela, por lo que resulta tan difícil cuantificar la cantidad real de mercurio que ingresa “legalmente” al país.
Según la organización, una “gran cantidad” de mercurio importado destinado a operaciones mineras está vinculado “mediante el contrabando”. Se estima que el uso de minas artesanales o de pequeña escala alcanza un promedio de 15 toneladas por año.
En este sentido, según el informe, “se estima que entre el 70% y el 90% del oro sale ilegalmente del país, lo que incluye a altos funcionarios del gobierno y familiares cercanos del entorno del presidente”.
Mercurio y salud
Las investigaciones muestran que los residentes de El Callo a menudo sufren de condiciones de salud como alergias crónicas, daño pulmonar, insuficiencia renal, respiratoria y cardíaca; Embarazos complicados, niños con síndrome de Down, autismo, discapacidades motoras, sordera y otras discapacidades físicas, debido al envenenamiento de personas con este metal.
“En el Parque Nacional Kaura, muestras de cabello de mujeres y niñas de 5 comunidades tribales Yekwana y Sanema mostraron valores de Hg entre 5,82 µg/g y 45,41 µg/g de mercurio en muestras de cabello, correspondientes a estos altos valores (el máximo La concentración permitida según la OMS es de 2 µg/g ), se detectaron para el metilmercurio”, explica el informe.
La mayoría de los participantes del estudio trabajan en minas o agricultura.
Además, se reportó una situación de riesgo por el consumo de pescado para las poblaciones locales en las confluencias de los ríos Ventuari y Orinoco, así como del Orinoco y Apuré, donde 13 de las 18 especies presentaron altos valores de concentración de mercurio.
También hay evidencia de que ciertos tipos de plantas comestibles, como la yuca y los chiles, tienen potencial de acumulación de mercurio, lo que aumenta el riesgo de intoxicación por el consumo prolongado del metal, destaca el estudio.
Deforestación y pérdida de biodiversidad
La minería es una de las principales causas de la pérdida de vegetación al sur del Orinoco. Esta ONG reveló una reducción de la superficie forestal en el Arco Minero del Orinoco (AMO) de 520.900 hectáreas entre 2000 y 2020, equivalente a 677 mil canchas de fútbol.
La actividad minera a cielo abierto alcanzó 65.985 hectáreas en Amazonas y Bolívar en abril de 2024, provocando fragmentación y pérdida de hábitats enteros.
Otra consecuencia es la migración de la fauna, que es invertida en largas distancias y periodos de caza por parte de tribus que viven en zonas cercanas a las minas.
Un ejemplo de esto es el río Cuyuní, que registró un cambio en la composición de especies y pérdida de diversidad como resultado de las perturbaciones mineras, indica una investigación.
Impacto en la comunidad minera y crisis sanitaria
El informe reveló que la proliferación de la minería y el colapso de los servicios de salud en Venezuela son las principales razones del aumento de las enfermedades infecciosas.
Los residentes de la Amazonia de Guyana y Venezuela corren un alto riesgo de contraer enfermedades prevenibles debido a la baja cobertura de vacunación en estas áreas. A esto se suman los frecuentes y muchas veces mortales accidentes mineros, sin considerar el uso indiscriminado del mercurio.
En esta zona han resurgido la malaria, el sarampión y la difteria; E incluso se han extendido a otros estados y países del continente gracias a los inmigrantes venezolanos.
“Las condiciones de vida en las zonas mineras se caracterizan por la falta de agua potable, saneamiento, electricidad o saneamiento, en campamentos improvisados insalubres”, reflexiona el informe.
Los pueblos indígenas sufren desnutrición y muerte debido a la desnutrición y la inseguridad alimentaria asociada a la minería. Incluso los cambios en la dieta tradicional pueden tener un impacto en la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes.
Asimismo, los cambios culturales de los pueblos indígenas se evidencian al adoptar el estilo de vida de los mineros criollos, lo que debilita los procesos de intercambio cultural, incluyendo sus lenguas.
Por otro lado, cuando los profesores abandonan las aulas y se van a las minas de oro para sobrevivir; Estos apoyan el trabajo y la explotación infantil, la prostitución, la explotación sexual, la trata de mujeres, niños y adolescentes, así como el aumento del feminicidio y la violencia de género. De esta forma aumentan los embarazos precoces y las infecciones de transmisión sexual.
Cuanto mayor es la violencia, mayor es el miedo
El aumento de la violencia y los crímenes de lesa humanidad está relacionado con el accionar de grupos armados irregulares, grupos guerrilleros (ELN y exFARC) y organizaciones policiales y militares en zonas mineras, actividades y actividades violatorias de los derechos humanos. derechos.
“Los actores irregulares se encargan del control territorial y de imponer el orden en las minas.” De esta manera se les garantiza “protección” y se les imponen castigos como palizas, disparos en las manos, amputaciones y muerte, “generalmente realizados con fines ejemplarizantes”.
Un total de 345 ejecuciones extrajudiciales se registraron en el estado Bolívar entre 2019 y junio de 2020, según la Comisión de Derechos Humanos y Ciudadanía (CODECHU). Entre 2012 y 2012 se documentaron 77 denuncias de desapariciones en el entorno minero del estado Bolívar. Y 2020.
Los familiares de los desaparecidos forzadamente no contaron con el apoyo de las fuerzas de seguridad del Estado y se les “ordenó” que abandonaran la búsqueda, según el informe.
Entre las víctimas directas se encuentran mujeres.
“Los entornos mineros son profundamente ofensivos para las mujeres indígenas, cuya situación se complica aún más por el acceso a la justicia, las lagunas lingüísticas y las herramientas para denunciar”, revela el informe. SOS Orinoco.
Varias organizaciones han denunciado que las mujeres tribales sufren abusos sexuales y violaciones en el trabajo. Además, hay “casos de subasta de vírgenes a cambio de un pago en oro”; Presencia de mujeres y niñas tribales en prostíbulos llamados garrudelas ubicados cerca de las minas.
Una encuesta realizada a 36 mujeres indígenas de Amazonas, Bolívar y Delta Amaguro encontró que el 97% fueron víctimas de actos violentos.