La búsqueda de libertad para la juventud venezolana se ha convertido en una odisea marcada por altos costos y pocas oportunidades. San Cristóbal, la capital del estado Táchira, cuenta con varios campus universitarios de gran relevancia para el país. Por este motivo, muchos jóvenes acuden a este municipio para iniciar sus estudios. Algunas personas pagan la residencia, mientras que otras prefieren ir y venir, pero ambas opciones generan gastos difíciles de pagar.


A mediados de 2017, la joven María Fernanda Pervesi inició su camino como estudiante en la Universidad del Táchira Gor, Los Andes. Vivía en el municipio Antonio Rómulo Costa, a 97,5 kilómetros de la capital, aproximadamente a dos horas y media de viaje. Eligió vivir en San Cristóbal, pero los altos costos de alquiler lo llevaron a trasladarse de un lugar a otro durante toda su vida.
En gran medida dependía de su familia para cubrir sus gastos, sin embargo, poco a poco tomó la iniciativa de buscar un trabajo que pudiera ayudarle. “En 2021, al regresar a clases presenciales después de la pandemia, me di cuenta de que no podía depender sólo de mi familia. Necesitaba un ingreso extra”, dijo.
Trabajan para estudiar un compromiso entre la juventud venezolana
Comenzó a trabajar en una arepera, compaginando su horario nocturno con sus estudios universitarios y prácticas. Unas semanas más tarde, el lugar de trabajo de la joven en el estado Táchira quebró. Estaba desempleado. Empezó a dedicarse a la empresa donde hizo sus prácticas, le dieron una oportunidad de ingresos, allí se quedó y ahora gana solo 80 dólares al mes, lo cual no es suficiente para él.


Para muchos jóvenes del estado Táchira, como María Fernanda, alquilar en la ciudad es un desincentivo para muchos que buscan lugares asequibles para vivir. “Al principio pagaba 100 mil pesos colombianos al mes (aproximadamente 30 dólares) para vivir solo. Luego, cuando me mudé con mi pareja, nos enfrentamos al desafío de encontrar un lugar que aceptara parejas sin pagar el doble”, cuenta dicho.
Mucha gente no quiere darnos alojamiento por el tema de ser pareja o ser pareja. Explicó que como son dos, los inquilinos de los departamentos de estudiantes quieren pedir dinero por duplicado, es decir, si se alquila un lugar por 50 dólares, los dueños quieren recibir 100 dólares, 50 cada uno. , algo anda mal con ellos.
Dos meses de depósito, dos enganches y una administración: requisitos para alquilar en Táchira
Buscaron más oportunidades, pero además de precios más altos, la demanda de depósitos, meses adelantados, pagos de contratos y otras obligaciones era alta. Entre todas estas necesidades, estos jóvenes tachirenses deberían contar con aproximadamente 280 dólares. Una cantidad difícil de pagar al principio.


Finalmente estos jóvenes venezolanos encontraron un apartamento asequible que podían pagar; Pero no sin antes adentrarse en un mar de precios elevados y exigencias excesivas que no garantizan el disfrute continuo de servicios públicos como electricidad, agua e internet.
La crisis económica obligó a esta joven venezolana a recortar sus gastos al máximo. Priorizó sus necesidades básicas y ajustó sus visitas familiares a una vez al mes para ahorrar costos. Cada vez que visita a su madre en Las Mesas de Seporuco, gasta alrededor de $14 solo en el boleto, sin contar suministros ni comida.
“Es difícil independizarse en San Cristóbal por los costos. Muchas veces el alquiler no es proporcional al tamaño ni a los servicios”, lamentó María Fernanda. Asimismo, los salarios que reciben en algunas empresas son ridículos al no poder pagar. la renta.
Una reciente demanda de desalojo por parte del propietario de su apartamento, por falta de contrato, añadió otra capa de incertidumbre a su situación. Sin embargo, María Fernanda promete seguir buscando la manera de ampliar sus ingresos económicos y la posibilidad de conseguir un lugar que se adapte a sus necesidades. Una realidad recurrente entre la juventud venezolana.