En la Escuela Técnica Agropecuaria Fe y Alegría de El Pinal, estado Táchira, el joven venezolano Jesús Arias cumple sexto año con ilusiones y sueños. Sin embargo, se enfrentó a un obstáculo inesperado: la prueba Opsu. “No nos lo explicaban muy bien en el instituto”, recuerda Jesús. “No sé nada sobre el obsu, perdí la información de ese experimento”.


Según dijo el joven venezolano a NTA, hay muchos malestares. Un celular dañado contiene los datos que necesitas, pero no tienes el dinero para repararlo. Después de algunas diligencias, le informaron que los registros anteriores a 2022 habían sido eliminados mediante una actualización del sistema.
Jesús, que se graduará en 2022, ha visto su carrera estudiantil estancada debido a un proceso burocrático aparentemente interminable. Vive en El Pinal, municipio Fernández Feo, a 55,1 km de la capital. Cada vez que va a San Cristóbal a hacer algunas diligencias de su operación gasta alrededor de 13 dólares, sin contar la comida. Y reparar el teléfono parece ser la última salvación para este joven venezolano. El problema es que no tiene un trabajo que le permita mantenerse.
Mantiene activo tu sueño a pesar de las circunstancias.
Su sueño es estudiar la licenciatura en teología, el Seminario Evangélico Pentecostal de las Asambleas de Dios -SEPAD-, su anhelo. La sede está ubicada en Barquisimeto, pero problemas económicos impiden trasladarse allí. Intentó ingresar a la Universidad Experimental del Táchira -UNET- a la carrera de ingeniería civil, pero no lo logró porque no tenía constancia de la Opsu.


Actualmente Jesús trabaja en una comunidad cristiana, llevando ayuda y compartiendo el mensaje de la palabra a otros lugares del estado. Incluso con una aportación, reconoce que “no basta con poder ayudar”. Tuvo que recurrir a trabajos ocasionales como la construcción para sobrevivir.
Si resuelve su trámite burocrático, el joven venezolano piensa en lo difícil que será comprar un departamento para estudiar.
A pesar de los desafíos, el venezolano de 19 años mantiene la esperanza de ingresar a la universidad. Esta vez se enfrenta a la frustración al ver sus sueños pospuestos. Desde que se graduó en 2022, no ha podido conseguir un trabajo permanente y tiene dificultades para estudiar.


Probablemente ya hayas pensado en los costos de vivienda, comida, transporte y gastos estudiantiles. Sólo los pisos oscilan entre 50 y 60 dólares. Sin embargo, este joven venezolano mantiene la esperanza de solucionar sus trámites burocráticos. Mientras tanto, Jesús sigue comprometido con su comunidad y no se cierra a la posibilidad de construir un futuro donde pueda alcanzar sus metas académicas y profesionales.