La comunidad departamental está preocupada por la calidad de la enseñanza ya que los docentes deben dividir su tiempo entre completar su carrera y cuidar a los estudiantes.
Güigüe. Altamira es lo primero que ves a la entrada del pueblo Escuela Primaria Rural Bolivariana AltamiraUna estructura que destaca aún más que el nombre del pueblo tallado en piedra.
Esta ubicación simboliza el esfuerzo de una comunidad por garantizar el derecho a la educación, aunque se encuentra alejada de los principales centros de población.
Sin embargo, detrás de su fachada pintada de amarillo y sus rejas bien vigiladas, la escuela esconde una realidad complicada. El principal problema no es la infraestructura. Falta de profesores cualificadosUna situación que compromete la calidad de la educación en esta zona rural del estado de Karabobo.
Autores anónimos y organización de emergencia del ministerio.
La escasez de profesionales calificados en Altamira representa un problema nacional Ministerio de Educación Ha tratado de mitigarlo de forma avanzada. Según vecinos del departamento, el personal docente actual no cumple con los requisitos formales.
Una vecina de la zona, Marjorie Reyna, asegura que hay suficientes docentes para atender a los estudiantes, pero otra vecina, Mathilde Silva, contradice esa afirmación:
“Ninguno de ellos es docente. Para empezar, el director no es un director formal, es temporal mientras los estudiantes adquieren la calificación académica”, explica.
Ministerio de Educación, en asociación con Zona educativa Karabov implementa un sistema para invitar a estudiantes de carreras de educación a asumir el papel de profesores. Aunque no son graduados, ocupan puestos esenciales para el funcionamiento de la escuela.
El reto es seguir estudiando.
En estas circunstancias, la Escuela Altamira brinda educación básica sólo hasta sexto grado. Para matricularse en la educación secundaria (bachillerato), los estudiantes deben asistir a una escuela secundaria ubicada en La Sabera.
Desde Altamira los jóvenes deben caminar 40 minutos Para asistir al Liceo La Sabera. El recorrido consiste en transitar por un camino de montaña abandonado y en mal estado que conecta los pequeños poblados del municipio de Carlos Arvelo.
El grupo visitó la zona. crónica uno Notó que muchos niños con uniforme escolar caminaban en grupos. Para muchas familias, es imposible cubrir los gastos de transporte hasta el principal centro urbano más cercano, Guigue. Un viaje cuesta aprox. $3Una cantidad significativa en el contexto de la economía venezolana.
A pesar de estas dificultades, los jóvenes de Altamira afrontan este desafío con valentía, impulsados por el deseo de obtener una educación que les permita mejores oportunidades en el futuro.
Maestros bajo presión
El personal docente actual de la Escuela Básica Rural de Altamira está formado por tres mujeres, dos de las cuales son aprendices. Estos docentes enfrentan una enorme presión no sólo para cumplir con sus responsabilidades académicas, sino también para progresar académicamente y adquirir las calificaciones necesarias.
“El ministerio necesita profesionalizarlos rápidamente para evitar conflictos”, afirma un vecino de Altamira.
Actualmente, uno de los profesores es de Santa Efigenia y el otro es de Altamira. Sin embargo, el Ministerio de Educación está considerando trasladar el personal a otras áreas donde sea necesario. Esta posibilidad genera zozobra en la comunidad ya que no existe transporte público que facilite su viaje.
Crisis educativa desde 2017
El deterioro de las condiciones educativas en Altamira no es un caso aislado. Desde 2017 provoca una crisis económica, política y social en Venezuela Una fuga masiva de profesores y estudiantes Hacia las grandes ciudades, en busca de mejores oportunidades.
Matrícula nacional para el período 2024-2025, según cifras divulgadas por el ministro de Educación, Héctor Rodríguez, en septiembre. 5,5 millones de estudiantes. Este número está en conflicto con 7,7 millones Registrado en 2019, esto representa una disminución. 15,7%Según la Encuesta Nacional de Instituciones Educativas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAP).
Además, la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) revela que muchos jóvenes entre 12 y 18 años abandonan la escuela porque sienten que no hay nada importante que aprender en las aulas.
Una escuela de resistencia
A pesar de las dificultades, la Escuela Primaria Rural Bolivariana Altamira continúa funcionando gracias al esfuerzo de tres docentes que dividen la atención de los estudiantes. 60 estudiantes se unieronDistribuido desde Preescolar hasta Sexto Grado:
- Un profesor trabaja desde la Clase I hasta la Clase III.
- El otro es de Clase IV a Clase VI.
- El tercero es responsable del nivel preescolar.
Estos profesores dedican sus fines de semana a estudiar para cubrir las exigencias de su formación académica. Sin embargo, sus esfuerzos son insuficientes para compensar las deficiencias del sistema educativo en esta región.
El ministerio ha intentado atraer profesores que han trabajado en la zona, pero se niegan a regresar por falta de incentivos. Les resulta difícil regresar por la falta de bonos económicos y de transporte público adecuado.
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