El 28 de diciembre de 2020 Monagas fue sacudida por la explosión de más de 100 cilindros de gas en Caño los Beceros en el municipio de Piar. Todavía esperan justicia de la fiscalía.
Maturín. Sonreír a través del dolor y comprender que hay un propósito en la vida es una lección de los sobrevivientes de la tragedia. Caño Los PeserosEn el estado Monagas ocurrido en el año 2020.
Nueve personas murieron y 28 resultaron heridas físicas en una serie de explosiones de cien cilindros de gas.
Cuatro años después de encontrarse cara a cara con la muerte, recuerdan a sus vecinos y familiares que perdieron la vida en la tragedia. 28 de diciembre 2020. Hoy pueden permitirse bromear sobre los vagos recuerdos que surgen en sus mentes y las marcas dejadas en sus manos y pies.
“Aprendimos a reír de nuevo. Al principio no podíamos hacerlo porque lo único que hacíamos era llorar”, revela Maricela Suárez al equipo. Crónica. Uno. Ella, junto a otros vecinos, formó una comisión para mantener su reclamo justicia.
Con voz tranquila y mirada decidida, les asegura que están completamente enfermos, incluso cuando salen de sus hogares para enfrentar su realidad y buscar pan para su hogar. Sus pies se hinchan, siente picazón y comienzan a aparecer ampollas en las plantas de los pies.
“Tengo que hacer mi trabajo porque el mundo avanza”, dice. Marisela, como otros vecinos, tiene que caminar un kilómetro y medio para conseguir un coche que la recoja. Maturín O Aragua, la capital del municipio de Piar.
El desánimo y la desesperanza son realidades a superar día a día. “Lo que me pasó no está en mi casa, por eso el gobierno debe responder”, afirmó la mujer, para recuperar fuerzas y no rendirse. Impotencia de las autoridades regionales y nacionales.
Hasta el 2020, Yanette Marcano comenta que ha celebrado su cumpleaños dos veces. “El día 28 renací en medio Desastre Y el día 29, fecha en la que mi madre me dio a luz.
Según ella, no recuerda cómo la llevaron al hospital y qué pasó cuando la trasladaron a Bolívar por el colapso del Hospital Manuel Núñez Dover. proporcionó incendio Segundo y tercer grado en el 80% del cuerpo.
Abre el archivo
Vecinos de Caño de Los Becerros siguen comprometidos hasta el día de hoy No se recibieron respuestas por las autoridades o por la fiscalía regional.
“Nuestro caso no murió con nuestros seres queridos porque estábamos decididos hasta alcanzar la meta”, afirman.
El 10 de diciembre de 2023 se dirigieron a Caracas para presentar el caso en la oficina del Alto Comisionado. Derechos humanos de las Naciones Unidas (ACNUDH), por denegación de justicia.
José Conturín dice que algún día llegará la respuesta que estaban esperando y el gobierno podrá cubrir los daños.
Luis Díaz, abogado especialista en derecho administrativo, dice que la fiscalía no ha difundido el acta definitiva de las investigaciones. Dice que está esperando eso. Pericia Los médicos del Hospital de Ciudad Bolívar trasladaron a muchas de las víctimas.
“Queremos que se reconozca el derecho de estas personas. Se les indemnizará porque se están complicando con otras enfermedades”, afirma el abogado.
Señala que si bien el equipo de Criminalística del Cicpc ha hecho su trabajo, la Fiscalía no ha tenido informe de los bomberos hace tres años.
En este sentido, Díaz pide que el caso se establezca en términos de popularidad y responsabilidades inmediatas, similar a lo que ocurrió en el caso del maltrato o muerte de animales. “Deberían priorizar lo ocurrido en Monagas donde murieron niños y adultos”, señala.
indica que El culpable es el gobierno. Cuando existe una mala prestación de servicios públicos que causan daños, existe la obligación de compensar el daño que establece la Constitución.
Todavía tienen cilindros de gas.
Otro vecino, que no quiso ser identificado, dijo que los responsables del CLAP “se olvidaron de lo sucedido”. Siguen acumulando cilindros Lo llaman centro de acopio, que significa casa particular.
“Ninguno de nosotros, ni siquiera los líderes callejeros, tiene el conocimiento para manipular y manipular correctamente los cilindros durante la recepción y venta del servicio. “No hemos aprendido la lección”, afirma.
A Graciela Díaz le gusta encender la estufa aunque le duele el calor del fuego. Al ser diabético, sufrió quemaduras y tuvo dificultades para curarse la espalda y las piernas.
“Cuando fui a apagar la estufa, las hornillas empezaron a hacer ruidos feos, así que corrí al patio y les dije que encendieran la estufa. todos estamos en shock Con ese capítulo”, afirma.
Sin ayuda medica
Luego de la tragedia, las autoridades adecuaron el CDI comunitario para la atención especial de las víctimas y otros puntos de la ciudad.
El centro de salud sólo dispone de camilla y tensiómetro. Y en muchos casos Sin artículos o no hay medicamentos disponibles para tratar a los pacientes que requieren tratamiento y prestación terapéutica.
Los vecinos describen que el dispensario tiene huesos rotos en las paredes y no tiene muebles. Los sobrevivientes deben ir a Maturín o Aragua a comprar ungüentos y otras medicinas para aliviar la picazón y el dolor.
Secuelas de la tragedia
Dayana Díaz es docente y técnico superior en el campo de la criminología. Debido a las consecuencias de la explosión, el departamento de policía no pudo avanzar profesionalmente. Dulce En Caño Los Beceros.
Asegura que siempre ha sido una mujer sana. Sin embargo, cuando le presentaron pruebas psicológicas para mejorar su entrenamiento, no pudo completarlas. Describe que desde esa fecha Episodios de desorientaciónPérdida de visión, equilibrio y memoria.
Preocupado por su salud, acudió a Maturín en busca de consejo médico. El internista le informó de sus síntomas y le señaló que eran efectos Inhalación química Durante la explosión.
Por su parte, Marisela describe haber tenido una fuerte recaída en septiembre pasado.
“No estoy durmiendo, las pelotas se me caen de los pies y siento que mi vida sigue empeorando”.
Se siente débil, mareado, con náuseas y alérgico a los detergentes.
Memoria inmortal
José Condorin recuerda vívidamente estar afuera del centro de acopio. Aplausos En el caserío.
A las 14:30 horas del 28 de diciembre llegó el camión y los cilindros ya estaban goteando. Alertaron a los trabajadores de Kazmaka sobre la situación, pero estos lo ignoraron.
Luego, la presión en el primer cilindro aumentó hasta golpear las guías de cableado, generando una explosión.
“El fuego descendió en forma de bola, se produjo una explosión en cadena. Los cilindros salieron disparados hacia arriba y la onda expansiva nos arrojó a la mayoría de nosotros al suelo”, dice.
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La explosión del 28 de diciembre convirtió la vida en un calvario para los vecinos de Caño de los Peseros en Monagas.