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El caso de Bogdan Yermojin, de 17 años, que fue deportado de Mariúpol y recibió una citación de un centro de reclutamiento del ejército ruso tras impedirle regresar a Ucrania, es un ejemplo del drama de miles de ucranianos en los territorios ocupados que están siendo reclutados a la fuerza o preparados para el servicio militar.
“Le pido que me ayude a volver a casa”, dijo Yermojin en un vídeo dirigido al presidente Volodymyr Zelenski, que fue compartido en Facebook por su abogada, Katerina Bobrovska, la noche de este jueves.
Yermojin es uno de al menos 19.500 menores ucranianos que fueron deportados a Rusia. Lo que hace desesperada su situación es que, a punto de cumplir 18 años, espera ir a un centro de reclutamiento cerca de Moscú, según su abogado.
El joven ucraniano, hérfano desde los ocho años, ya había pretendido volver a Ucrania por sus propios medios para reunirse con su hermana mayor. Pero fue detenido y la guardia de fronteras rusa le impidió salir del país.
“Mientras sea un menor no le dejarán ir y están impidiendo que tenga sus documentos. En cuanto cumpla los dieciocho le mandarán inmediatante a la guerra”, escribió Mikola Kuleba, responsable de la agencia Salvar a Ucrania, que ha estado ayudando a que menores deportados regresen de Rusia.
El caso de Yermojin aún no puede resolverse y el defensor del pueblo ucraniano, Dmytro Lubinets, afirmó este viernes que había llegado a un acuerdo con Rusia para regresar a Ucrania.
Sin embargo, esto no soluciona el problema para muchos otros ucranianos.
“Miles de menores ucranianos que actualmente están bajo control ruso pueden ser movilizados cuando cumplan 18 años y enviados a la guerra contra Ucrania”, advirtió Olga Skripnik, responsable del Grupo de Derechos Humanos en Crimea.
La rápida y deliberada militarización de los menores ucranianos por parte de Rusia es un enorme problema, que comenzó en 2014 con la anexión de Crimea y que rápidamente se convirtió en una práctica en los nuevos territorios ocupados, subrayaron en declaraciones a Efe.
Se trata de un esfuerzo combinado con la participación de escuelas y organizaciones patrióticas y religiosas, con el objetivo de desarrollar “una identidad exclusivamente rusa” y prepararlos para la defensa de su “patria”, según Skripnik.
Sólo en Crimea, al menos 43.000 jóvenes se han alistado desde 2015 y algunos han participado en la invasión de Ucrania, a pesar de las promesas en contrario hechas por el presidente ruso, Vladimir Putin. Desde el inicio del “reclutamiento parcial” por parte de Rusia desde septiembre de 2022 se han movilizado al menos varios kilómetros.
“Este es un crimen de guerra, viola las normas del Derecho Humanitario Internacional. Está prohibido por la Convención de Ginebra llamar a los ciudadanos de Ucrania parte de las fuerzas armadas del Estado ocupante”, subrayó Skripnik.
Añadió que, en algunos casos, los mensajes de alistamiento fueron enviados como herramienta de “destrucción psíquica”, teniendo como objetivos a activistas proucranianos con experiencia militar que no cumplen con los criterios establecidos por el decreto de Putin de “movilización parcial”.
Miles de ellos lograron escapar a pesar de que salir de la península de Crimea está prohibido a los hombres en edad de combatir. Muchos se esconden de las notificaciones o aceptan ir la cárcel durante dos años, lo que por otra parte no les exime de cumplir el servicio militar cuando salgan.
Las peores noticias llegaron el año pasado desde zonas de las regiones de Lugansk y Donetsk, ocupadas en 2014. Tras el inicio de la invasión a gran escala, miles de personas fueron detenidas en las calles, enviadas a luchar desarmadas y utilizadas como “escudos humanos”. ”por el Ejército ruso, dice Skripnik, que cita testimonios públicos.
Skripnik y sus compañeros mostraron al Estado recopilando pruebas de posibles crímenes de guerra cometidos en Crimea y enviándolas a las instituciones pertinentes desde 2014.
Sin embargo, una medida que la lucha sigue valorando que sólo la liberación de todos los territorios ocupados será la solución.
Voz venezolana