María Victoria Cortés es una joven de Apuria, municipio de Briwaca, que se convirtió en estudiante extranjera para perseguir la vida de sus sueños. Es uno de tantos jóvenes que experimentan la migración de su estado de origen a otro estado del país para lograr sus metas estudiantiles, las cuales son difíciles de lograr en su lugar de nacimiento.
Ser estudiante extranjero: la realidad contundente de muchos jóvenes venezolanos
“Lamentablemente no ofrecían la carrera que elegí en mi estado, entonces decidí estudiar en otro estado. La verdad prefiero irme de mi estado que estudiar otra carrera que no me gusta”, dice María Victoria . Explica el motivo de su decisión. Esta experiencia es compartida por muchos jóvenes de Apureño y otros estados indígenas porque sus estados tienen altos niveles de baja educación y pocas oportunidades profesionales para elegir.
Cuando dejó la secundaria, María no sabía qué estudiar porque no reconocía nada, lo que la ponía muy ansiosa y asustada porque no sabía lo que le depararía el futuro. Fue así como empezó a investigar algunas carreras y se enamoró de la odontología. Actualmente se acerca al final de su primer año de graduación.
Tuvo dificultades desde el principio porque la Oficina de Planificación del Departamento Universitario (OPSU) no estaba asignada a la universidad que deseaba, por lo que tuvo que esperar un mes. Por fin la universidad le ofreció una plaza y con ella la oportunidad de estudiar la profesión de su elección.
La transición del colegio a la universidad fue un proceso complicado para ella, pero lo considera normal y es importante aprender a adaptarse y entender que es una etapa nueva y muy diferente.
El amor familiar es la principal fuente de éxito y progreso.
Los desafíos de ser estudiante extranjera son diferentes para cada mujer joven. Para Cortez, oriundo de Apureña, lo más difícil hasta ahora ha sido estar lejos de su familia y sus seres queridos. Pero la adquisición de alimentos y la buena nutrición son un problema. Porque tiene que disciplinarse para comer bien y renunciar al desayuno los fines de semana.
“Estar solo se siente como el sufrimiento más grande que he experimentado. Cualquier cosa que intenté hacer, dejé mi hogar para mejorar. No importa lo lejos que esté de mis seres queridos, el amor y el cariño siempre nos unirán. Y llevarlos en mi corazón me mantiene cerca de ellos. La fuerza del amor familiar es incuestionable. El espacio ha sido el motor de María porque no trabaja, sino que se dedica a sus estudios como quieren sus padres.
“Mi mensaje a otros jóvenes es que sigan sus sueños, pongan siempre al Señor Jesús en primer lugar en todos sus planes, hagan lo que les apasione y vivan la vida al máximo. Por otro lado, si alguien como yo quiere estudiar fuera de su estado de origen, debe saber que no es fácil pero con esfuerzo y perseverancia se puede lograr cualquier cosa. A veces quieres rendirte y dejar tu carrera, pero no dejes que esos contratiempos te detengan” es el mensaje motivador de María Victoria a otros jóvenes que quieren alcanzar sus metas.