» Ser transformados a través de la renovación de nuestra inteligencia »
ROM. 12:2
Es evidente el cambio en la vida y actitud de los venezolanos a partir de 1958 con la caída del régimen dictatorial militarista impuesto durante los últimos 10 años, lo que produjo un constante ataque de represión criminal, ejercido por las fuerzas de seguridad, especialmente desde la sombra de la Nacional. Seguridad, hecho. de sanguinarios secuaces, acentuada bajo la cruel dirección de Pedro Estrada y los principales fusilamientos de Miguel Silvio Sanz. Este ambiente aterrador contra el activismo político se transmitía al ciudadano común, que vivía en la angustia, el miedo y el shock para poder vivir en paz en su trabajo comunitario cotidiano.
La llegada de la democracia produjo muchos cambios, sobre todo en la nueva generación que iba creciendo, un nuevo ambiente que permite las libertades civiles, entre ellas las políticas por el libre albedrío, pudiendo activarse en cualquier organización política, incluida la comunista, que mostró fortaleza. . , evidenciado en los resultados electorales de diciembre de ese año, posteriormente en los años inmediatos, por un doloroso y torpe despiste, derramado, causas ya analizadas.
Que la acción y la expansión con la austeridad económica que a pesar de ello, el gobierno nacional ha iniciado un proceso de modernización con la ejecución de obras como el Puente sobre el Lago de Maracaibo, la represa de Gurí, carreteras, hospitales, escuelas, liceo, salarios dignos, que se descontinuó con la llegada del enorme flujo de la bonanza petrolera que se inició con el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez en los primeros cinco años de la década de 1970, es justo reconocer que el plan de inversión pública se ha mantenido en ese período entre ellos en la educación. asunto con la creación de nuevas universidades y el plan Gran Mariscal de Ayacucho, luego acentuado con el otro auge a partir del aumento del precio del petróleo surgido en la primera década de este siglo, bajo el mandato del presidente Hugo Chávez Frías.
En el primero, se han hecho célebres los retazos desde el nivel de gobierno al ciudadano común, ya acostumbrado a las limitaciones económicas, propias de los ingresos por motivos de trabajo y negocios de todo tipo, debiendo destacar que fueran dignos y sostenibles. En esa época recuerdo, empezamos a llamarnos con el argot de “mayameros” “tá barato dame dos”, por las frecuentes visitas en la ciudad de Miami, donde se realizaba el turismo de compras, incluyendo las de departamentos de lujo. El dólar aún cotizaba a 4,30 por bolívar.
La segunda, la de los otros ingresos extraordinarios, aún más voluminosos, gracias a los ingresos también por el aumento de divisas por la venta del barril de petróleo, el gobierno nacional inició un conjunto de obras faraónicas, entre ellas la más relevante fue la vía férrea. sistema. del Centro, una gran inversión inicial, un contrato infectado por la corrupción, que se paralizó después de construir casi el 50% del proyecto, hoy convertido en un monumento de hormigón y hierro, devorado sin escrúpulos por “chatarreros”, como sucedió. con otras obras, presupuestadas y canceladas de antemano, como el puente Nígale vía alterna del Lago di Maracaibo, ingenio azucarero, centrales hidroeléctricas y tantas otras transformadas en paquidermos blancos. A esto le sumamos la entrega a ciudadanos comunes de dólares indiscriminadamente sin garantías, para inversión en supuestos emprendimientos.
Quiero decir que en ambas administraciones la avalancha de ingresos tributarios fue tan fuerte que nos condujo a una mentalidad enfermiza que no se limitó solo a los funcionarios gubernamentales directamente vinculados al ejercicio del poder público y sus simpatizantes, sino que permeó a sectores de la la población, fundamentalmente la llamada clase media, que hoy no existe.
Tuvimos la oportunidad frecuente de presenciar el eco de esta actitud irresponsable que, de otro modo, habría pasado desapercibida: haciendo observaciones a través de anécdotas cuya propia magnitud las hacía más reveladoras, el venezolano que se jactaba de un dédaigneux gesto d’être supérieur, plus grand était de poseer un auto del año en Venezuela y cambiando casi todos los años, el consumo desbordante de bienes de servicio, compras superfluas y entretenimiento personal, reflejado en la entrega de propinas onerosas, se disfrutaba el placer de salpicar al envidioso transeúnte que acudía a buscar la bellabellina dorada, así como el ambiente embriagador, regocijante e inexcusable que se vivía.
Lo más chocante es que los que se divierten de esta manera, cuando desapareció la bonanza y el rock, cuando terminó, estaban en los dos gobiernos. En general, el venezolano que viajó -se entiende- salió de la patria tan dueño de sí mismo, tan autosuficiente, presumido y arrogante, sabedor de todo, tan dueño de todas las verdades y de todas las respuestas, que no quedó nada por decir. . . .
Pero ya en los últimos cinco años de este siglo, podemos notar un cambio muy marcado en la actitud de los venezolanos ante una verdadera crisis de grandes dimensiones en diferentes órdenes, llegando al borde del embargo migratorio, especialmente entre los jóvenes en búsqueda de nuevos horizontes en la situación aguda.
En lugar de la habitual expresión asertiva y arrogante, estos jóvenes de hoy preguntan, escuchan, quieren información; en lugar de afirmar con admirable aplomo ante cualquiera que quisiera escucharlos ante la indiscutible superioridad de todo lo venezolano. ¿Qué está pasando en el país para dar a luz a tal mutación?
Evidentemente, estos son los efectos de la probada transformación que comienza a operar en nuestra sociedad. En vista de su aspecto actual, bien puede entenderse que el abandono de esa fachada agresiva, de autoafirmación, bajo lo ya narrado por un hecho conocido, se inscribe en la búsqueda de un nuevo país, afirmativo, para entender que sólo puede ser recuperada por el esfuerzo del trabajo colectivo en su reconstrucción, fundamentalmente en el orden político con incidencia en la economía. Este es el desafío de la nueva generación de hoy.