Los familiares de los presos políticos detenidos tras los operativos por las protestas contra los resultados electorales denunciaron al Ministerio Público que fueron sometidos a tratos humillantes y tortura psicológica durante la visita a sus familiares.
Caracas. Vestidos con camisetas blancas con fotografías de sus familiares impresos, detenidos tras operativos por protestas postelectorales, un grupo de al menos 30 personas hacía fila frente al Ministerio Público.
En sus manos, tienen cartas individuales pidiendo la libertad de sus seres queridos, así como denuncias que narran situaciones de maltrato físico y psicológico, cometido contra quienes se encuentran recluidos desde hace cuatro meses en los penales de Tocorón, Tocuyito y Yare III. .
El escrito, además de los testimonios, incluye la esperanza de que algún fiscal en las oficinas de la entidad tenga en cuenta los documentos registrados.
No son los primeros en ser entregados, ya que el Comité por la Libertad de los Presos Políticos indica que en las oficinas del ministerio permanecen tres documentos aportados en los últimos tres meses. No recibieron respuesta de ninguno de ellos.
“Ya no soportan que estén examinando otro documento, o un protocolo. Se están muriendo de hambre”, lamentó el padre Emer Sirit, un joven de 25 años encarcelado en Tocorón.

Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), sostuvo que en Venezuela no existe autonomía de poderes.
“La Defensoría del Pueblo no vela por los derechos humanos de los presos, el Ministerio Público no investiga, a través de su Dirección de Derechos Fundamentales, a ningún funcionario público. Las investigaciones son sólo contra el preso y su familiar”, dijo .

caras ocultas
Muchos de los familiares que acudieron desde distintos estados del país, para presentar una denuncia individual y otra grupal en las oficinas del ministerio, asistieron a una manifestación el lunes 9 de diciembre, con el rostro cubierto con pañuelos blancos.
una madre dijo Crónica. Uno que la decisión fue evitar que las autoridades identificaran a quienes realizaron manifestaciones para exigir la liberación de los detenidos.
“Aquí están las mujeres, las que aparecen en cámara, las que hacen TikToks, siguen declarando”, dijo Ángel Castro, director del Centro Penitenciario Yare III a las madres que asistieron a una visita.



Para la madre, quien tuvo que trasladarse de Maracaibo a San Francisco de Yare (estado Miranda), para estar más cerca de su hijo, el proceso de búsqueda aún resulta incómodo. Sin embargo, el último fue el más “horrible” que jamás haya experimentado.
“Ponte contra la pared, abre las piernas y abre los labios de la vagina”, ordenó un guardia que comenzó a encender una lámpara y la cámara de un celular.
El oficial le dijo que abriera más las piernas, a lo que ella respondió que ya no aguantaba más: “Abril”, fue la única respuesta que recibió.
Sin dejar de llorar, la madre dijo para ella que la última investigación significó una violación sin penetración, que nunca olvidará, ni la cara de “morbo” que tenía el tutor.
“No hace falta que nos toquen para violarnos”, añade la mujer que tuvo que repetir el proceso de proyección, aunque ya lo había hecho, cuando el director, Ángel Castro, entró en la sala con las mujeres que estaban desnudo. .
Sin dejar de llorar, la madre dijo para ella que la última investigación significó una violación sin penetración, que nunca olvidará, ni la cara de “morbo” que tenía el tutor. También que le tiraron del pelo con brusquedad, pese a que le advirtieron que, por tener un Accidente Cerebrovascular (ACV), debía tener cuidado.





La directora del OVP explicó que la radicalización en la investigación, luego de que las mujeres asistieran a numerosos eventos públicos, es una política de Estado para intimidar, atemorizar y crear pánico entre los familiares, con la intención de limitar su derecho a la información y a la protesta.
Afirmó que estos Los registros son una “violación grave” del derecho a la dignidad y se utilizan para intimidar, acosar, discriminar y tomar represalias contra las mujeres por hablar con los medios de comunicación.
crueldad
Para las familiares, que fueron las únicas que pudieron ingresar durante las visitas a las distintas cárceles, las acusaciones y humillaciones que recibieron durante los registros son parte de un trato que nadie debería vivir.
“Nos tratan como a las madres de los peores criminales de Venezuela”, dice la mujer de 46 años.
Otra madre, cuyo hijo se encuentra en Tocorón, relata que la llamaron para asistir a la visita el mismo día que trasladaron a su hijo.

“Me llamaron para hablar del cambio de visitas para que se quedaran con el paquete en la mano y vieran cómo lo tomaban”, se queja.
Consideran que el Gobierno está jugando al “desgaste” con las familias, que han tenido que desplazarse de sus estados de residencia en diferentes ocasiones, porque hay personas que han sido trasladadas hasta en tres ocasiones a centros penitenciarios que, en su mayoría, están muy lejos. desde el lugar de detención.
fe de vida
“Sin así no verás a tu hijo”, fue la respuesta que recibió Isabel Ramírez, madre de Carlos Eduardo Valecillos, quien en los últimos días intentó quitarse la vida en el centro penitenciario de Aragua, mejor conocido como Tocorón.
El director del centro insiste en que Valecillos no intentó suicidarse y que sólo estuvo en la enfermería por otros motivos.
“Quiero saber que está bien y su libertad. No es un terrorista, ni nada de lo que le dieron”, le dice la madre directamente al gobernador Nicolás Maduro.

Durante su última visita, el 6 de diciembre, la madre recuerda que su hijo, que trabajaba como mecánico de automóviles y mototaxista, estaba pálido y desmotivado.
“Madre, no puedo más, no quiero vivir más. “No puedo complacer a mi hijo”, dijo Carlos Eduardo, cuya separación de su hijo de ocho años, a causa de su detención el 29 de julio, le ha afectado.
Por ello, pide que su hijo reciba ayuda psicológica.
“Estaba muy apegado a su hijo. Incluso me acosté con él. El niño le escribía cartas. En la última le decía que se estaba portando bien y que ella lo estaba esperando en casa”, relata.
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