María Esperanza Lobo es una joven estudiante de 26 años del departamento de El Pedregal, del municipio de Rangel, cursa actualmente el tercer año de la carrera de odontología en la Universidad de Los Andes (ULA). A pesar de las limitaciones económicas, Se esfuerza cada día por seguir estudiando y alcanzar sus sueños.
“Vengo de una familia con pocos recursos económicos, pero mi sueño siempre ha sido ser dentista desde joven”, afirmó.
Aunque estudiar odontología representa un desafío financiero considerable, abandonar su plan de carrera no es una opción para ella. “Mis padres eran discapacitados y desde los 14 años trabajé en bares, restaurantes y talleres artesanales en el páramo de Meredino.”Señaló.
La crisis del sector universitario ha provocado que muchos jóvenes abandonen las aulas, y profesiones como la odontología son las más afectadas ya que los estudiantes tienen que hacerse cargo de todos los materiales necesarios para realizar las prácticas y prepararse de forma óptima. . Sin embargo, este es un desafío para María que podrá superar con valentía.
Trabajo y estudio, la vida de muchos estudiantes de la ULA
Alumno Cuando inició odontología en la ULA, recuerda haber atendido a un anciano en la ciudad de Mérida. Durante la pandemia, pero tuvo que dimitir cuando se reanudaron las clases. “Estuve ocupado durante la pandemia, pero tuve que jubilarme porque la abuela tenía 100 años y necesitaba atención las 24 horas”, explicó.
Durante este tiempo alternaba entre trabajar como camarero o ayudante de cocina en restaurantes de la zona; Sin embargo, la raza no es suficiente para cubrir los costos que implica. En medio de la crisis económica, política y social que vive Venezuela, decidió buscar alternativas que le permitieran continuar su carrera universitaria.
Emprendimiento en memoria de su hermana
María Esperanza sintió la necesidad de empezar algo propio para poder no sólo generar ingresos sino también aprovechar su tiempo. Muchos llaman al emprendimiento “El sueño de Carmencita”, en honor al nombre de su hermana, quien quería ser dueña de una papelería. Pero murió por mala salud.
“Empecé a hacer pancartas para cumpleaños y pude comprar una impresora y vender algunos útiles escolares. Ahora también hago piñatas, maquetas y otras manualidades para los alumnos del colegio”, dijo la estudiante de Ulandina.
El emprendimiento inspiró a María Esperanza a seguir adelante. A pesar de las dificultades, pudo cubrir los gastos y adquirir algunas de las herramientas que necesitaba para su futura carrera. En el caso de la turbina, la joven señala que fue un regalo de la hija del anciano que cuidaba cuando empezó a estudiar odontología.
Esta joven meridana lucha constantemente por mejorar su vida y brindar más apoyo económico a su familia. Una vez que se convierta en dentista, querrá continuar su carrera. Además, quiere encontrar un lugar más grande para hacer el trabajo, crear más empleo y ayudar a otros jóvenes a lograr sus objetivos.