Voz venezolana
A medida que el sistema político de China se vuelve cada vez más cerrado, los eventos públicos son una de las pocas ventanas para la toma de decisiones. La reunión anual más importante de su tipo, el Congreso, se celebra en Beijing. Los principales líderes y miles de delegados asistirán durante una semana. Por el momento, las señales son inciertas. Sugieren que China no tiene un plan sólido para hacer frente a su desaceleración económica y que algunos de sus objetivos se están acercando a la realidad. El poder está cada vez más concentrado en manos del presidente Xi Jinping.
Empecemos por la economía. En un discurso ante la Asamblea, el primer ministro chino, Li Qiang, reveló un objetivo de crecimiento del PIB de alrededor del 5% para 2024. También esbozó un plan a largo plazo bajo el lema “nuevas fuerzas productivas”. Se trata de pasar de los inflados bienes raíces, la inversión en deuda y la manufactura básica a industrias de alta productividad como la energía verde, la inteligencia artificial y los servicios digitales. Ante la disminución de la población, China “impulsará políticas para aumentar las tasas de natalidad”. Las autoridades chinas creen que han sido apropiadamente duras con la crisis interna, disciplinadas al responder a la desaceleración y que tienen una visión coherente.
Pero si miras de cerca, el panorama se desmorona. El objetivo del 5% está por encima de la estimación promedio del 4,6%. Para lograrlo, China necesita más estímulos. Sin embargo, el objetivo de déficit fiscal del 3% para 2024, que se incrementará mediante la emisión de bonos a largo plazo por un valor de alrededor del 0,8% del PIB y otros ingresos no presupuestarios, es demasiado pequeño (sobre todo porque las predicciones del Gobierno sobre las ventas de tierras siguen siendo muy optimistas). Li también estableció un techo de inflación de facto del 3%, consistente con la práctica de los últimos 15 años. Pero a diferencia de antes, China se enfrenta a una crisis deflacionaria: los precios al consumo cayeron un 0,8% interanual en enero. China solía fijar objetivos y cumplirlos. Ahora están separados del mundo real.
Para reactivar su economía, China necesita recurrir al sector privado. Las inversiones privadas representan la mitad del total del país, pero caen un 0,4% en 2023, debido principalmente al colapso del sector inmobiliario. Li habló de innovación y “cuidado nacional” por las empresas extranjeras. Pero los dueños de negocios no sienten el amor, lo que debe sumarse a la inestabilidad de las regulaciones y la paranoia oficial sobre la seguridad. La inversión multinacional está en su nivel más bajo en 30 años. El descuento de los precios de los productos chinos en comparación con los productos estadounidenses ha alcanzado el 54%, una de las peores cifras desde la década de 1990, en señal de frustración entre los inversores locales y extranjeros.
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