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Más de seis años después Después de que el independentismo en Cataluña dejara a España al borde del colapso, el Congreso dio el jueves 30 de mayo su aprobación definitiva a la controvertida ley de amnistía para cientos de separatistas con la esperanza de cerrar el ataque.
La ley cuenta con el apoyo del gobierno de coalición de izquierda, dos partidos separatistas catalanes y otros partidos pequeños, que Sumaron 177 votos, frente a los 172 contra representantes del Partido Élite Conservador y del ultraderechista Vox.
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La entrega puede ser beneficiosa El expresidente catalán Carles Puigdemont, que se encuentra prófugo de la justicia española tras huir a Bélgica tras un fallido intento de independencia en octubre de 2017. También debería afectar a cientos de personas más, incluidos ex funcionarios del gobierno de Barcelona, ciudadanos de a pie que participaron en el esfuerzo o en las protestas, y algunos policías implicados en la represión de la consulta ilegal celebrada por el gobierno de Puigdemont.
La aprobación de la ley de amnistía, sin embargo, no resolverá inmediatamente los problemas legales de las divisiones.
Es probable que el asunto sea aprobado en el Congreso enfrenta apelaciones judiciales y es revisada por tribunales superiores. Además, su solicitud se realizará caso por caso. Algunos expertos cuestionan la Constitución porque sostienen que creará desigualdad entre los ciudadanos españoles al favorecer a unos sobre otros.
Desde que llegó al poder en 2018, el presidente, Pedro Sánchez, se ha centrado en reducir ansiedad en la región noroeste de Cataluña y argumentó que la amnistía era la clave para poner fin a ese proceso.
Pero la ley de amnistía sigue siendo políticamente útil para Sánchez, quien aceptó proponerla cuando necesitaba el apoyo de los legisladores separatistas en Madrid para reformar un gobierno en noviembre, meses después de las elecciones generales de julio. No dejaron un ganador claro. La Cámara Baja de la Cámara de Representantes aprobó por primera vez la medida en marzo, pero el Senado, controlado por la derecha, la rechazó a principios de mes y la envió de regreso al Congreso.
Las tensiones en el Congreso aumentaron durante el debate final sobre la constitución y su votación, en el que cada diputado hizo cambios explicando el significado de su voto. El “sí” de Sánchez fue recibido a gritos “¡Pascua!” .

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